domingo, 6 de julio de 2014

Los Descubrimientos

Los Descubrimientos
Son cientos los lugares históricos que hemos descubierto, o determinado el lugar exacto donde acaeció algún hecho histórico o acaeció una batalla, o donde vivió alguien, desde haber determinado donde eran los pasos del Durazno,  donde pasaban los carros, donde atracaba la balsa en el Yi, que había una balsa chica, que las verdaderas grafías del nombre del Yÿ o o Yý  indican que la pronunciación del nombre del río es aproximadamente al revés de la comodidad del lenguaje, hasta las huellas interminables de las carretas del viejo camino real o del exodo y del endodo regreso, que jalonan nuestra tierra y nuestros solares lugareños; si hasta pasó cerquita de donde después se levantaron las casas de los pueblos.
 Donde no hay rayas hay que reconocer los vestigios ideológicos y presumir las acciones de los hombres que tienen un porqué, establecer junto al camino una pulpería, una herrería y ver hacia dónde va el rumbo, etc.

Algunos descubrimientos publicamos, pero sabemos que a algunos les rebota, otros nos silencian pero antes que se pierdan tenemos el deber de publicarlos, darlo a conocer de nuevo, aunque venga otro distraído y haga un programa de rescate, como si antes no se hubiera sabido nada, etc. en lo que escribo fuimos los primeros especialmente en las huellas de carretas, desde el año 1987 y 1988, y en el año 2000 cuando inauguramos el Museo Histórico del Uruguay que ofrecimos exponer 62 fotografías aéreas del camino de ida y vuelta,
a la Biblioteca Nacional, pero no tenía vitrinas dijeron, y al INJU pero no abría los sábados, fecha de los 150 años de la muerte de Artigas, cuando nadie había hecho el camino de vuelta, y una treintena o más de fotos in situ por donde había pasado el prócer, sus huestes los carros y las carretas ciudadanas; como también las cartas geograficas 1:100.000, señalando el derrotero.

Al final lo hicimos en el Museo Histórico del Uruguay, el cual quedó abierto al público

Pero nuestra investigación, filmada por Canal 7  de Durazno, para su acopio documental, en nuestro Museo, mediante la muestra de fotografías, tiene sus marchas y contramarchas cuando aparece un dato fehaciente y mas concreto o contundente, por eso se ha exhibido dos o tres veces, la última parcialmente, lo cual incide en el trayecto que fue retocado.
También se han agregado fotografías, de cada descubrimiento, que marcan una identidad nacional jalonada por el acervo patrimonial que conforma nuestra cultura.


Caminos de la Patria Vieja
Los primeros caminos por estos territorios los hicieron los indios, caminando por las sendas que se fueron formando de cerro en cerro, y cruzaba la Banda de los Charrúas como se les llamó después desde Paysandú a la Laguna Negra en Rocha, por las laderas de las cuchillas evitando las alturas bruscas, hacia las picadas naturales, iban dejando una senda taloneada con sus pies descalzos. 
Era probablemente la senda que tomaban los que traían sus pieles  y animales para comerciar con aquellos viajeros inmemoriales que llegaban en barco en una o dos temporadas al año.

Los animales  tomaban las cuchillas para las estampidas, en tiempos de las corambres, el Albardón Grande formada por la denominada Cuchilla de Santo Domingo, en tiempos en que todos andaban casi errantes y los núcleos y asentamientos que habían, eran las tolderías mas o menos estables en grandes temporadas, después las mangueras de piedras y ramas de tala, luego las Estancias y entre ellas los caminos que se hacían para cubrir esas distancias tenían que tener abundancia de leña y pastos.

Con el tiempo los surcaba un correo, de posta en posta para el recambio de caballos, los Ejércitos de paso de la Colonia, que iban formando trillo y aflojando la tierra, que hacía volar el viento y los mismos cascos de los caballos, que apartaban el polvo hacia los costados, hasta formar cresta , en una labor conjunta con el viento,
Asimismo las pezuñas de los bueyes en la hondonada, y los caballos y carros, formaron el barro que el agua transportaba.

El arriador del auriga silvaba en las cuchillas, azusando las yeguas de la diligencia buscando la posta de relevo, en unos viajes interminables, los comboy de carretas hacia el Ferrocarril en ultima instancia, to el que paso dejó las huellas. ni que decir de los 800 carros y carretas y más que venían en el Endodo Regreso, inaugurando la Provincia Oriental en 1812, llegando a Puntas de Caballero esperando al Jefe que se adelantó a cubrir el Paso del Durazno y volvió a Puntas del Caballero, allí estaba todo un Pueblo acampado, una Nación con un primigenio Orden Jurídico formado, palpitantes y ansiosos, lo aclaman al Jefe que los lleva a la Libertad, la Institucionalidad, la inmortalidad.

De allí siguen al Sur a ahondar los trillos, levantan polvareda hasta el Durazno, una semana pasando gente, porque la libertad es y será el objeto de las fatigas.
Gloria eterna a la constancia de los bravos Orientales.




Cuán viejo es éste camino,  entre dos alambrados se  puso y el primer límite a la libertad de tránsito. después de 1875 y se usó normalmente hasta  1935 más o menos, pero todaviá se anda en trechos.
Fuera del alambrado quedaron las huellas para la posteridad, practicamente intactas. Hasta cinco hondonadas paralelas, en este paraje quedan  y dos crestas como olas que se levantan levemente dejan un espacio principal de tiempo seco y hondonadas laterales aquí y allá permiten de trecho en trecho el escape de las aguas. 













Por aquí paso Artigas en la madrugada del 13 de Diciembre de 1812.

El regreso del Exodo hacia el Paso de Villasboas  profundizó el Derrotero de los Orientales (Ver ángulo superior derecho).

Obsérvese la altura de la ola y la hondonada por donde se transitó.














La Arqueología Histórica y el Sol de la Patria

Cuando presentamos las fotos del gran descubrimiento histórico de las Huellas de los cascos de los caballos de los ejércitos de paso, de las pezuñas de los bueyes de las carretas, de los carros y diligencias que hacían silvar en el viento el arriador o el látigo, cumplíamos con la intima convicción de ir  conquistando jalones de la historia viva de nuestro terruño.

Sabíamos del camino que en 1932 entre los alambrados recorriera Felipe Nossar en aquél memorable Railly Montevideo – Rivera –Montevideo, con Supisci Sedes. También sabíamos de los viajes a campaña que hacia mi padre Miguel en aquellos días de invierno con empantanadas magistrales o las pinchaduras espectaculares en que aprendíamos observando la vulcanización de los parches en aquellas cámaras, llena de lunares, recompuestas en el viaje.

Pero fue muchos años después por 1987 que empezamos a reconstruir el camino del Exodo que magistralmente se conserva dentro de los campos protegidos por el alambrado.

Hicimos una presentación en el año 2000 y varias más pero la de este año no logramos fotos  óptimas porque las nubes se juntaron como una majada azul ocultando el sol al final de la tarde.

La tarde del fin de semana se presentó propicia y concurrimos a la hora precisa cuando el sol comenzaba a declinar, para favorecernos con una vista espectacular con sus proyecciones de sombra sobre el antiguo camino  de la Patria Vieja recién parida, en que pasó la pueblada andariega que venía de las Puntas del Caballero buscando el Paso de Villasboas.

Nadie iba a saber que iba en busca del General pero llegué cuando todos habían pasado. El viento suave escardaba las nubes casi hasta esfumarlas encontrándome en una soledad colonial disimulada por las islas de eucalipto y los viejos alambrados del último cuarto del siglo XIX.

Me dediqué a tomar fotos hacia todos los vientos mientras recorría el camino hacia el norte cuando había hecho casi dos cuadras sentí a mis espaldas un inesperado galope que se acercaba que había salido de otra dimensión. Era el moreno Figueroa descendiente de los que habían seguido la derrota de Artigas. Intercambiamos unas palabras y supe que su hijo iba a la capital a estudiar veterinaria, digamos a buscar la cencia para aplicar a los animales, después proseguí mi trabajo para no perder la diagonal del sol que me dibujaba las sinuosas ondas que viajaban a la punta del monte, se internaban en él y seguían hasta encontrarse con parte del camino alambrado, más de cinco cuerdas de cien varas, como medían antes los campos.


Habían más franjas que las azules de la bandera del 30. Las ondulitas las terminó de peinar el viento, cuando pasaron las carretas en aquellos veranos polvorientos y allí quedaron como mudos testimonios del tiempo. Las sombras por donde transita la lluvia recorren trechos que  de tanto en tan se cortan para dar escape a las aguas que llenan la cañada que vierte sus aguas al Villasboas.






    Obsérvese en el reflejo fotográfico la inclinación adecuada del       sol, haciendo proyectar a la altura de la onda del terreno la          sombra sobre su costado. Esa tierra elevada corresponde a la        que expulsan  los cascos de los caballos, las ruedas de los             carros etc. y transportan los vientos










    Otra foto que muestra la inclinación del sol del atardecer
















   La huella señala el rumbo por donde va a pasar hecha cuando no existía el monte de eucalipto. Aquí también se ve la sombra sobre un costado de la onda. El nombre de onda, como un bucle, es tomado de la ciencia de la sedimentología que denomina ondulitas a los risos que el agua forma en la orilla del mar, que se proyectan al fondo arenoso de las playas , quedando cuando se retira el agua en las bajantes, en los fondos marinos, o abajo del espejo de aguas.













































    Esta inclinación es una buena muestra de los efectos del sol y       las proyecciones de sombra en el terreno.    








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